Quizá debería decirte: "No vuelvas a marcharte."
Pero no estoy loca, ni tú has vuelto.
No era de esas personas que se fijan en las fechas. Y creo que las casualidades no existen, pero no dejo de ver veintitreses de noviembre. Absurdo, porque ni siquiera recordaba cómo fue. Siento lástima por todos los recuerdos que voy perdiendo, poco a poco. Así que no sé como ver este tropezón en el proceso justo cuando te había sacado de tu hábitat natural, o por lo menos no pensaba en ti salvo cuando te tenía enfrente, o cuando me miras así, fuerte. No, fuerte no es la palabra. Es la fuerza de un imán mientas estás atada. Es atrayente, imposible de negar. Y a la vez, al no poder dejarme llevar, es simple y llanamente insoportable. Sí, te pega; insoportable.
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