viernes, 26 de junio de 2015

Cambiar, y cambiar, y cambiar mil veces. Hasta ser la persona de la que me enorgullezca cuando vuelva atrás.

No quiero ser un perro. No quiero seguir volviendo cada vez que me dan un tirón. No quiero pasarme los días intentando descifrar la vida de una desconocida, en lugar de la mía. Soy jodidamente afortunada de lo que tengo. De que alguien se asegure de que llego a casa. De que me esperen con una cerveza sin tener razomes. De que me acompañen a la ciudad de mis sueños. Todos tenemos derecho a construir, incluso cuando nuestros sueños pisan los de otros, o incluso cuando alguien cree que los sueños de los otros pisan los suyos, y se obsesionan. Dos palabras me darían toda la paz del mundo, por un momento. Las dos palabras que me dejarían pasar página.

Pero es que, a veces se te olvida, niña: que la vida la tienes que hacer tú, y nadie te tiene que dar facilidades. Llevas atascada tanto tiempo que se te ha olvidado mirar a quien te arropa. Se te ha olvidado vivir porque vives sin motivo. ¿Y si el momento es ahora?

Todo lo que sentiré cúando se me pase lo sentí aquellos cuatro días en aquella puta playa. Y se ha vuelto un símbolo, ¿sabes? Me preguntaba que era la playa, y la verdad es que no es nada salvo eso, una playa, completamente vacía, pero también todo lo que significaba.

Y cambiar, y cambiar, y seguir cambiando. Y equivocarse, mil veces si hace falta. Pero por favor, que no sigan siendo los mismos errores. Construir cosas sanas y justas. Vivir al margen del resto. Y que no sea por la cerveza, que tenga el valor de hacerlo de verdad.

jueves, 25 de junio de 2015

Me calló la boca, pero es que además no sabía la respuesta

-¿Joder, cuánto tiempo más vas a estar así? Tienes en tu mano la solución y no quieres verlo.
-¿Y tú? ¿Hasta dónde vas a llegar por esto?

martes, 23 de junio de 2015

Caricias

Lo llamé 'Caricias a los leones' porque es lo que todos hacemos. Yo acaricio a un león, que no me da nada. Y yo soy el león de alguien, y me preguntó si se sentirá como yo respecto a quien nunca devuelve las caricias.
Porque acariciar a un león requiere confianza. Estar casi desde el principio. En lo malo, y siendo muchas veces la razón de lo bueno. Y pocas veces un león encuentra una leona; pero aún menos se despiden sin que uno de los dos convierta en miserable rata al otro.
La cosa no es ganar contra el león, no es clavarle la espada. Es poder ser más pequeño y caminar delante de él, es poder caminar con la mirada clavada, o con la más profunda soledad, es darte la vuelta y sonreír. Para eso nunca es tarde.

Yo era una leona en esa playa. Aquí no, me arruina.

Hay algo precioso en poder mirar a una persona y saber que le confiarías todo.

jueves, 18 de junio de 2015

Volví como un preso de permiso, pero con inmensas ganas de contar lo que hay ahí fuera.

Necesito volver. Como un adicto, no paro de soñar con esa playa. El atardecer más bonito que he caminado nunca.

A veces somos felices, y necesitamos poner la cabeza en el hombro de alguien. O quizá sea el acurrucarnos lo que nos haga felices.

jueves, 11 de junio de 2015

Tormenta

No quiero dormirme porque me encanta la tormenta. Me da miedo despertarme y que se haya pasado. Yo hace cinco meses me acostaba con el maquillaje, y era el amor de la vida de alguien.

Lo mejor de no tener nada que perder es tener todo que ganar. Y cualquier cosa que pasa es buena, y todas esas oportunidades. Ahí fuera. Seguiría caminando por esa playa durante toda mi vida, y de verdad, lo juro, jamás me arrepentiría.

sábado, 6 de junio de 2015

The biggest loser

Yo no se si fue la distancia o el mar. O esa forma de mirarme. El caso es que estaba tan cerca de que me quitaran los puntos. De la que cogí color se me difuminaba la herida. Podría haber caminado mil horas más, toda una vida. Tú dormías. Sentía como se me borraba la sonrisa en el tren de vuelta.

Porque creía que nada me ablandaría y como la arcilla, un par de lágrimas me hicieron barro. Y aquí estoy otra vez, igual de perdida. Mientras tantea todos los cabos con los que jugar a la vez, yo sólo soy uno de los cables de colores de la bomba. Por pisar seguro dejar que yo me ahogue. Y cada día aprieta más fuerte esta soga invisible porque recuerdo cuando dije lo cansada que estaba de esta tierra de nadie y la única preocupación es si tenía un pie en terreno con nombre. Nos llevaremos los putos celos a la tumba.

Ahora tengo otro número de la suerte. Uno que cambia cada día y que luego se convertirá en otra cuenta regresiva. Tengo tantas ganas de irme y tanto miedo de volver. 

Sigo sin saber quién fue, o la distancia. O el mar. Tú dormías.