miércoles, 22 de julio de 2015

Todos tenemos prejuicios. A todos nos sesga el amor, la envidia, la avaricia, el orgullo. Todos tenemos algo de machista, o de hembrista, o de racista y la mayoría de nosotros sobrevaloramos la validez de nuestro criterio.

No tienen cura. No la tienen, no. Pero ser conscientes de ellos nos ayudan a cubrir las espaldas a nuestros juicios de valor. Especialmente si son sobre otros. Quizá la vida no sea justa, pero juzgar a dos personas iguales de forma diferente es algo de lo que nos quejamos todos. Y aún así lo hacemos.