Porque creía que nada me ablandaría y como la arcilla, un par de lágrimas me hicieron barro. Y aquí estoy otra vez, igual de perdida. Mientras tantea todos los cabos con los que jugar a la vez, yo sólo soy uno de los cables de colores de la bomba. Por pisar seguro dejar que yo me ahogue. Y cada día aprieta más fuerte esta soga invisible porque recuerdo cuando dije lo cansada que estaba de esta tierra de nadie y la única preocupación es si tenía un pie en terreno con nombre. Nos llevaremos los putos celos a la tumba.
Ahora tengo otro número de la suerte. Uno que cambia cada día y que luego se convertirá en otra cuenta regresiva. Tengo tantas ganas de irme y tanto miedo de volver.
Sigo sin saber quién fue, o la distancia. O el mar. Tú dormías.
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