Cuando me han explicado la filosofía siempre me han dicho que tiene una historia parecida a la de la economía. Unos crean la ideología A, y a continuación alguien rompe totalmente con A y crea B y el siguiente paso es que llega alguien con poco talento y mucha cara e intenta juntar A y B, creando la filosofía A^B, que no es C, es simplemente A^B. Ya sabes qué voy a decir. Tu carácter, tus ideas, tus miedos, tus sueños, tu ética...todo eso es A. Mis creencias, mi actitud, mis propósitos, mis aspiraciones, mis temores, todo eso es B. Y llevamos mucho tiempo intentando hacer A^B. El problema es que durante toda la historia A^B eran complejas uniones, parcheadas, en nuestro caso...cediendo un poco de aquí, otro poco de allá, conformándonos ambos e intentando andar de la mano por el mismo camino. Pero A^B siempre se ha roto, siempre ha venido un nuevo A o un nuevo B que como las leyes de la lógica bien dicen han roto la fórmula para quedarse con dos elementos desparejados, individuales, y sobretodo, distintos. Ya no es en que momento nos soltamos, que eso fue hace mucho, sino cuándo fue que empezamos a andar caminos diferentes, en sentidos opuestos, hacia objetivos dispares. A se conforma con poco, y en cambio B aspira a algo grande. A espera paciente a que le llegue una oportunidad y B pierde el culo por buscarla. A aprecia lo que tiene, B quiere romper con todo, ¿con todo? Que pena le da, pero ya ha decido. Y también se pregunta cuál fue el momento en el que se dio cuenta que si se queda a ver como se distancian del todo, se quedará sin oportunidad. Y aunque es apenas una cría ahogada en una vida que se le queda pequeña ella ya sabe que si se presenta la hora de irse, no mirará atrás y empezará de cero.
La cosa hubiera sido tan distinta si alguna vez él le hubiera pedido que no se marchara; pero jamás lo hizo, jamás lo hará, ¿verdad?...
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