lunes, 3 de febrero de 2014

Breathe

Debería tener frío. Yo siempre tengo frío.
No sé que hago aquí a las dos de la mañana escribiendo una entrada de la que en pocos minutos me arrepentiré pero nada libera más que escribir cuando te ahogas. Porque me ahogo.
Siento algo fuerte en el pecho que no me deja respirar y es que tengo miedo. Estoy sola.
Sola como si fuera el último habitante del universo.

Una de mis frases favoritas dice que no hay más miedo que el que se siente cuando ya no sientes nada. No siento nada salvo que me cuesta respirar. Siento también esa sensación inexplicable de un insomne cuando sabe que esa noche va a ser larga. Siento que mañana me levantaré y el mundo seguirá igual al margen de mis palabras. Siento que ayer tenía todo y hoy no tengo nada. Es aquí el único lugar donde puedo contar esto y no sé por qué. Dejé de escribir porque encontré lugares mejores donde dejar estas palabras y sin saber como he vuelto a caer. Tengo todo y no tengo nada. Soy muy infeliz, muy pequeña, y estoy muy sola esta noche.

Creo que lo único que aún me anclaba a esa felicidad caprichosa me dejó a la deriva hace unos cuantos días. Estoy buscando algo a lo que agarrarme y sin embargo cada remanso de estabilidad me lleva de nuevo a una borrascosa caída. Tengo tanto miedo. Porque aún no estoy en el fondo y sin embargo sé que voy a hacia allí. Y no sé donde está todo aquello que hace unos meses pudiera haberme dado la mano. Se ha ido o lo he dejado ir, qué importa, el caso es que no está.

Y aquí estoy de madrugada pidiendo, no sé a quién, una prórroga, que en realidad no quiero, pues será mentira, para intentar arreglar mi mundo, prepararlo para lo que se avecina.
Para empezar, esta noche tengo que respirar.

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