sábado, 21 de junio de 2014

La otra cara de la luna

Escribo cosas malas porque las buenas prefiero disfrutarlas, y las malas las tengo que echar fuera a ver si así se marchan. Cuando hago eso quito méritos a las personas que me dan buenos momentos, que me hacen crecer y me recuerdan cada día la suerte que tengo. A una persona en especial. A la razón que justifica las emociones que llevo sintiendo durante un año y medio. A mi compañero en este camino. Al que casi abandono esta noche presa de mis miedos. Ya no más. Tengo que luchar por esto, y aunque sea difícil siento que sólo está en mi mano arreglar mis propios errores y creer en ti, y en nosotros. Tengo tanta ilusión puesta en los próximos meses y hago tantas cosas por razones que ni yo misma entiendo que podrían acabar con todo eso...Amar no debe ser tan difícil, es simplemente querer y ser querido. Tú lo haces tan bien que sólo deseo aprender de ti, mirarte con la inocencia del primer día.
Se acabaron las noches en que después de un día de mierda ambos nos pedimos disculpas prometiendo que todo estará bien sólo para acostarnos tranquilos. Las indirectas, los celos injustificados, los reproches de cosas muy muy pasadas. No es negociable, y esto me lo digo a mí misma: se acabó. No se puede estar así, tenemos lo peor de nosotros y estamos discutiendo mientras deberíamos achicar agua. Quiero la mejor versión de nosotros, de mí y va a ser ahora, o no ser.
Eres lo que me saca una sonrisa al despertar y lo que me acelera el corazón aún con todo esto. Sé, incluso en los momentos más duros, que me arrepentiré toda mi vida si ahora te dejo marchar por cosas que podría haber cambiado. Qué tonta he sido. Quiero tanto creer en ti. Ayúdame, ayúdanos. Eres mi compañero y quiero caminar contigo, tú has cambiado mi vida, cachorro.

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