sábado, 24 de enero de 2015

El intermedio de la obra

No sé cómo he llegado a este punto, el caso es que estoy aquí. Siendo realistas no es todo culpa mía, sino muchas cosas a la vez, y quien sabe si mi capacidad un poco baja. Ya no lloro, y yo lloro mucho. Si pasa algo y no lloro, entonces pasa algo de verdad, os lo prometo. Sé que sois pocas las personas que alguna vez os pasáis por aquí, pero suficientes como para daros una explicación: todas las últimas entradas son deprimentes, reiterativas, angustiosas y muchas veces llenas de odio hacia mí misma, y hacia otras personas también. No me gusta lo que escribo y no me gusta que los demás lean eso de mí porque yo no soy esa persona. Por eso, he decidido, durante un tiempo dejarlo. Y me duele en el alma pero sé que es mejor.

Gracias de corazón.

martes, 13 de enero de 2015

Libertad

Sabía que me iba a arrepentir, que eso era ida y vuelta a cualquier lugar que me calentara el corazón pero por otra parte sólo me hace pensar que es la mejor forma de hacer las cosas bien, y firmar con pluma, y no con carboncillo la posdata.

sábado, 10 de enero de 2015

¿Hacía cuánto que no sentías algo por primera vez?

Los últimos días han sido los peores en años. Me he quedado plantada con un montón de planes en las manos, me los han arrancado, han hecho una bola con ellos y me los han devuelto arrojándolos contra mi cara. No tengo nada ahora. He visto la muerte pasar de cerca, dos veces, sobre seres que me importan. He sentido la completa indiferencia y la falta de calor cuando era necesario. He tomado decisiones que me perjudican, sólo para crear buenos recuerdos que atesorar, porque sé que son los últimos. He llorado de rabia hasta no ver la carretera delante de mí, sólo porque no podía cambiar las cosas. He sentido que todo estaba fuera de mi control y eso me ha hecho daño. He reído. He dado las gracias. Me he permitido, por primera vez, llorar abiertamente delante de desconocidos por causas más suyas que mías, porque entiendo lo que es. Les he enseñado que soy débil y fuerte a la vez, que mi mayor defecto y mi mayor don son exactamente lo mismo. Me ha faltado quien yo más necesitaba en estos momentos. Y por eso se ha roto. Pero yo no, yo me recojo y me armo. Y sé que la versión mejorada de mí misma anda por ahí, pero ¿y qué? Las prioridades, afortunadamente, han cambiado.