No hay dilema más grande que decidirse entre rendirse o intentarlo un poco más. Tú ya decidiste. Ahora me toca a mí. Ya me he puesto en evidencia. Ya me he desnudado delante de ti, en cuerpo, y peor, en alma.
El día que compraste tu libertad compraste la mía también. Yo soy esclava todavía, más de mí misma y mis esperanzas que de otra cosa. Pero no voy a seguir intentándolo. Porque cada batalla es épica hasta que me meto en la cama con mis pensamientos. Hasta que tú me repites que no vale para nada. Entonces ya está. Si así tiene que ser, así será.
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