martes, 20 de octubre de 2015

Me fui a casa sintiéndome culpable por una gilipollez, que ni siquiera era culpa mía. Tenía esto a medio escribir cuando entró mi madre en mi cuarto: "Te tengo que contar una cosa..." Seis palabras que me pegaron como un mazazo. Sabía por lo que venía. Le estaba temblando el labio, ¿sabes? "Me lo dijeron el martes, sólo a los mayores, pero lo han confirmado hoy, mañana empieza la quimio." Me he enfadado porque uno no sabe con quién pagarlo en ese momento. Joder, tiene ocho años. Ocho putos años, joder. No puede ser. No es justo. No tiene sentido. Uno no tiene a quien reclamar por estas cosas. No tiene a quién contárselo que vaya a entenderlo lo suficiente. Y ahora todo lo demás me parece que no importa nada.

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