miércoles, 9 de diciembre de 2015

Trescientos treinta y tres

No paro de pensar en por qué pasan las cosas. ¿Qué determina que dos vidas que llevaban entrecruzándose años, se junten, al final, en un momento y un lugar exactos? ¿Es la última? ¿Y si todo está escrito?

Yo sigo empeñada en que nosotros bucamos nuestro propio destino. Pero también hay algo irresistible en pensar que tenía que ocurrir. 

Somos los mismos, pero...ninguno quiso leer las cartas que nos escribimos hace cuatro años. Cruzamos una mirada que hizo que el mundo entero se entristeciese por un segundo, y mi conciencia me hizo sentir como el peor ser de la Tierra. Y sin embargo, a ti aún te cabía una sonrisa. 

Somos los mismos, pero...somos completamente diferentes. Me llevaste a lo alto de esa montaña, y me diste aquel cuaderno y me salieron las palabras como si llevase toda la vida preparándolas. No te dejé leerlas porque tenía miedo que te asustaras. Y lo volví a meter en aquella caja y nos escapamos antes de que anocheciera, antes de que pudieras leerlo. Y en realidad creo que ya las sabes, y creo que no te asustan tanto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario