Me he escapado a llorar en el salón. A juego con la lluvia, que suena magnífica en este tejado. Me he acurrucado y me he tapado con la manta con la esperanza de poder dormir aquí, pero me estoy muriendo de frío, y muriéndome de ganas de ir a la cama a abrazarte de nuevo.
Lloro porque eres perfecto. Porque esto es perfecto. Porque soy feliz. Y porque no va a durar para siempre. Porque esta es la parte buena, de todo lo que viene después. Del precio que voy a pagar. De contar los días que quedan, para volver a contar los días que faltan, sin saber si algún día acabará la cuenta.
Tengo miedo.
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