Ella respira siempre profundo cuando se haya en un apuro. Pone la cabeza alta y mira hacia arriba, abriendo mucho los ojos para no llorar. Responde sistemáticamente a todos los mensajes que le preguntan como está, acusando su tristeza a la aplastante rutina. Pero ya nadie la cree. Hace más de un mes, hace más de dos y ya nadie la cree. No se nota pena en su cara cuando sonríe, cuando estira los labios para buscar un trazo perfecto, cuandro abre la cartera para pagar. Pero aquel día se le cayó un billete de cinco, y tras él una foto, y quizá fue por eso que empezó a respirar hondo y a parpadear...
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