Yo pasé con el coche. Inevitablemente siempre aparto la vista de la carretera para ver si estás sentado. A veces te encuentro. Como hoy. En un banco, en ese banco. Llevas un gorro que yo te regalé, al menos sé que te gustaba. Sin embargo, ese que estaba ahí, esperando con la cabeza gacha a alguien o huyendo de todo, no lo sé, no era el tipo al que regalé un gorro para que no se pusiera el mío, simplemente es alguien sentado en un banco dejando pasar el tiempo a dos grados. Justo conseguí enderezar el volante antes de que las lágrimas me impidieran ver, siempre pensando si tu sonrisa se ha ido para siempre o si sólo se marcha por tercera vez.
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