Otras veces sigues mirándome desde arriba, pidiendo más de lo que tú estarías dispuesto a hacer. Como si aquello que tengo que contar siempre fuera menos importante. Ayer tuve que pedir disculpas por estar de acuerdo. Pensé que eso se había acabado. La culpa siempre es de los demás. Tu también eres víctima si apetece.
Y cuando las cosas se funden, se nublan. Cuando todo se vuelve fácil pienso lo incomodo que es hoy, y funciona.
Y entonces es cuando me pregunto qué es lo peor que puede pasar.
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