miércoles, 10 de noviembre de 2010

Nada.

Hora de poner orden, ¿no crees? Yo, con mi manía de no depender de nadie llevo meses haciendo oídos sordos del "tienes que dejarlo ya" de los que se preocupan por mí. Y es cierto, esto se me fue de las manos. Pero bueno, tarde para cambiar nada. Se pide disculpas a quien se las merezca y poco más se puede hacer; ah, ya, algo elemental, desaparecer. Era uno de mis propósitos del Año Nuevo pero creo que toca adelantarlo. En realidad, hay que cambiar desde abajo, mi pobre cerebrito no daba para tanto. Estudiar ocupa mucho, hacer planes de futuro me restaba una mitad y pensar en utopías me quitaba las ganas de reír. ¿Qué más se puede pedir, si es que vamos a hacer la carta por adelantado? Nada, no falta nada. Quizá por ambiciosa no sé mirar atrás. Pero se acabó todo esto, hora de empezar, y si vamos a empezar algo mejor será borrar otra vez en ese folio arrugado y ya roñoso en el que andamos escribiendo y retocando toda la historia. Y sí no, vamos a quedarnos con las cosas buenas, vamos a pensar que no sólo soy afortunada porque a lo mejor es mi último invierno aquí, sino que soy afortunada de tenerlo entero para compartirlo con todos los que quieran tener su cachito. 
La gente no solemos cumplir cuando decimos "hasta nunca"; intentemos que se cumpla al menos este.

No hay comentarios:

Publicar un comentario