domingo, 25 de marzo de 2012
Mi mariposa que muere agitando las alas
miércoles, 21 de marzo de 2012
Llueve
Y ahora es cuando tú tendrías que aparecer, dándome diez minutos para pensar en qué decir cada minuto del tiempo que a bien tengas sacarme de mi vida, para meterme en la tuya. Probablemente iría. Decir que no complacería a la mayoría, pero sería más bien la obra de un mártir...no, no, un mártir. Sería precisamente como hacer una huelga de hambre. A todos les parece una obra valiente, hasta que ven que te mata (por dentro). Hay que ver lo complejo del asunto. Increíblemente he asumido que no depende de mí, y agradecería con toda mi alma que jamás me volvieras a dar esos diez minutos. Que jamás me dieras ninguno. Podría saltarme la huelga de hambre como si al que pretende ayunar le hubieran dado antes de empezar aquello que exige. Me enfadaré y buscaré razones para odiarte; las encontraré, seguro. Y al final, un día me levantaré y podré perdonarte.
domingo, 18 de marzo de 2012
Sal de aquí dentro antes de llevarte algo importante
Te lo gritaría bien alto: "¡DESAPARECE, OLVÍDAME, VETE, LÁRGATE, NO QUIERO QUE VUELVAS, NO QUIERO VOLVER A VERTE, NUNCA!" Pero creo que no va a hacer falta que te lo pida; no me enseñas tus cartas y me lo pones difícil. Ni siquiera sé a qué juegas pero yo me salto tus reglas. Me dices que voy perdiendo y al minuto me dices que puedo apostarlo todo y ganas, porque te mata mi indiferencia. Perdona, no es que no me importes, pero no soy tan irresponsable de apostarlo todo en un juego que no conozco. ¿Pretendes enseñarme a jugar? No quiero. Quiero, pero no quiero querer. Y aunque eso no fue suficiente la última vez ahora sí. ¿Qué pretendes? Lo mismo que yo, lo sé. Sabes que no puedes tenerlo todo, te basta una mera docilidad por mi parte, rollo mascota, ¿a cuántas has conseguido poner así, de rodillas con la misma mierda con la que intentas llenarme de dudas? A mí también me iba eso, pero contigo. Yo no lo quiero, tu no lo vas a tener. C'est fini.
lunes, 12 de marzo de 2012
רחל
La oveja perdida, cabeza gacha y los ojos caídos, vuelve con el rebaño. Arrepentida mira como la miran las demás con desprecio. Agradecida se inundan sus ojos cuando el pastor le dedica un amago de caricia. Porque a las ovejas no se las acaricia. Le pregunta con un gesto si logrará perdonar la traición de su más preciada pequeña, de entre todas a la que mejor trató, de entre todas, a la que más quiso, de entre todas, la más celosa, la más peligrosa; y entonces es él quien quien se ve cegado por las lágrimas. Se desmoronó aquello que en el rostro de ella parecía una sonrisa, porque las ovejas no se sonríen, ante su silencio. Y es que él si podía callar, otorgando. Y dicho todo, él echó a andar, después de decirle bajito que aunque caminara entre todas ellas, aún tenía la oportunidad de demostrar que era, para él, y sólo para él, haciendo hincapié en eso, diferente.
viernes, 9 de marzo de 2012
Puede ser
Necesito ver cómo te pierdes en mis ojos. Cómo tu sonrisa y la mía juegan a ser espejo la una de la otra. Tus manos en mi espalda, tus dedos en mi pelo. Necesito que respires aquí, cerca, tentándome con tus labios sin llegar a besarme, para que cuando me aparte me falte el aire de tus suspiros. Perdóname porque huiré. Pero no porque deje de quererte, sino que te querré demasiado.
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