Cuestión de ambiciones. Hoy estoy metafórica. Tú muy tierno. Me pierden esos días que no dejas que me suelte. Por exclusivos son aún más especiales. El caso, es que de camino a casa tuve una idea. La guardé hasta que llegué a la cama y volví a desplegarla para recrearme en su desarrollo. De repente, y ante mis ojos, como una ecuación que durante meses creía irresoluble se aclara como si la viera resuelta por primera vez. Y pensé: el tiempo no es más que un camino que empezamos el día que nacemos y termina el día que nos vamos y a lo largo de éste nos encontramos con personas que van al mismo sitio que nosotros, o solo hasta un lugar, y luego cogen un desvío. Y por ello a lo largo de la vida entran y salen cientos de personas. Tú eres una persona que lleva conmigo largo rato en el camino, pero...hace tiempo que se nota que ya no es el mismo nuestro destino; es natural, somos distintos y crecemos en direcciones diferentes. Sé que hacemos lo imposible por no soltarnos, nos esforzamos para no perdernos y cada día es más palpable que no somos los mismos; yo tengo ambiciones grandes que quizá no lleguen a nada, pero necesito intentarlo, y tú eres de no cambiar las cosas que funcionan. Yo te pido que te aventures conmigo y te asustas. Tú me pides lo de siempre y a mí ya no me vale. Y cedemos un poco y aguantamos el tirón, pero yo hoy sé que esto tiene fecha de caducidad; y te puedo jurar que saldrás de mi vida con la despedida más dulce, con la esperanza de que algún día volvamos a encontrarnos en el camino con una meta semejante. Para hoy no tengo lágrimas ni drama, sólo tengo ganas de aprovechar cada minuto, disfrutándolo, como un enfermo que se levanta dando gracias por el hoy, sin pensar en mañana.
Quizá tener expectativas demasiado grandes no sea compatible con el amor...
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