jueves, 26 de febrero de 2015
Cuando algo tan simple se convierte en un drama, cuando las historias no se acaban ni aunque estén acabadas; y entonces te das cuenta de que el fin de una es la continuación de otra
Sigo intentando hacer frases con sentido y acabo diciendo todo lo contrario a lo que quiero decir. El pasado y el futuro se cambian los roles mientras el presente se deja hacer. No me gusta. La típica escena de película de momias donde las paredes se cierran contigo dentro, pero yo no tengo nada para poner en medio, para no ahogarme. Avanza lento, pero seguro, como todas estas emociones. Y cuanto más claro lo veo más me doy la espalda.
domingo, 22 de febrero de 2015
Buenas noches
No hay dilema más grande que decidirse entre rendirse o intentarlo un poco más. Tú ya decidiste. Ahora me toca a mí. Ya me he puesto en evidencia. Ya me he desnudado delante de ti, en cuerpo, y peor, en alma.
El día que compraste tu libertad compraste la mía también. Yo soy esclava todavía, más de mí misma y mis esperanzas que de otra cosa. Pero no voy a seguir intentándolo. Porque cada batalla es épica hasta que me meto en la cama con mis pensamientos. Hasta que tú me repites que no vale para nada. Entonces ya está. Si así tiene que ser, así será.
El día que compraste tu libertad compraste la mía también. Yo soy esclava todavía, más de mí misma y mis esperanzas que de otra cosa. Pero no voy a seguir intentándolo. Porque cada batalla es épica hasta que me meto en la cama con mis pensamientos. Hasta que tú me repites que no vale para nada. Entonces ya está. Si así tiene que ser, así será.
viernes, 20 de febrero de 2015
miércoles, 18 de febrero de 2015
"Crecer es algo muy curioso. Llega sin avisar."
En el limbo perfecto entre lo común y lo que nos llevó a la ruina. Nos esforzamos como si nos lloviera dinero por cada minuto que aguantamos haciendo equilibrios en la cuerda, sobre el abismo de una audiencia indecisa, y escéptica.
Un equilibrio perfecto. Recuerdo aquella noche en pijama, hasta arriba, en la cama, con las piernas cruzadas cual gurú de feria: "No tengo hambre, ni sed, ni sueño, ni frío, sólo quiero quedarme así." Y otro día que me paré un par de segundos más de la cuenta en el espejo antes de salir: "Quiero quedarme con esta imagen de nosotros para siempre". Arranqué dos páginas vacías del libro, que no había con que rellenar y las guardé. Aprendí que todo puede mejorar, y empeorar también.
Hoy me han dicho que parece que estoy esperando con los brazos abiertos y la cabeza inclinada a que me destrocen. Que conste que no es lo peor que me han dicho. Razón no les falta. Pero supongo que he recuperado toda la confianza que me faltó entonces. Que creo que no me va a hacer daño. No me quita el sueño lo que siga porque creo que soy importante. Me siento como un niño problemático digno de "Hermano Mayor" que necesita que le pongan el vídeo de cuando destrozaba todo para saber que efectivamente, tal y como creía, ya no es la misma persona. Siento una paz impropia de alguien que ha sido tan autodestructivo. ¡Siento un montón de cosas!
Un equilibrio perfecto. Recuerdo aquella noche en pijama, hasta arriba, en la cama, con las piernas cruzadas cual gurú de feria: "No tengo hambre, ni sed, ni sueño, ni frío, sólo quiero quedarme así." Y otro día que me paré un par de segundos más de la cuenta en el espejo antes de salir: "Quiero quedarme con esta imagen de nosotros para siempre". Arranqué dos páginas vacías del libro, que no había con que rellenar y las guardé. Aprendí que todo puede mejorar, y empeorar también.
Hoy me han dicho que parece que estoy esperando con los brazos abiertos y la cabeza inclinada a que me destrocen. Que conste que no es lo peor que me han dicho. Razón no les falta. Pero supongo que he recuperado toda la confianza que me faltó entonces. Que creo que no me va a hacer daño. No me quita el sueño lo que siga porque creo que soy importante. Me siento como un niño problemático digno de "Hermano Mayor" que necesita que le pongan el vídeo de cuando destrozaba todo para saber que efectivamente, tal y como creía, ya no es la misma persona. Siento una paz impropia de alguien que ha sido tan autodestructivo. ¡Siento un montón de cosas!
martes, 10 de febrero de 2015
Día 10: delitos de fe
Ni siquiera sé qué pinto yo aquí, qué soy, qué papel tengo. Si al menos me dieran mis respuestas y dejaran de cambiarme las preguntas. Y como una estúpida preparando, ¿qué? Madre mía, me miro al espejo y me doy vergüenza. Qué gilipollas he sido. Predicando los consejos que nunca aplicaré y pidiendo ayuda para ignorar luego a quienes sabían que pasaría esto. Como si las cosas fueran a cambiar sólo con quererlo. Usas tiempos futuros sabiendo que no existen. Sólo soy un juguete, medianamente entretenido, hasta que llegue otro mejor. Mientras vas buscando sustituto.
Sentí que yo no era nada y eso dolió más que perderlo todo.
Sentí que yo no era nada y eso dolió más que perderlo todo.
domingo, 8 de febrero de 2015
Día 8:
Lo malo de ir a todo tren es cuando te paras. No tengo ni idea de qué nombre ponerle a esto. Si estoy bien o si estoy mal, si me estoy hundiendo o estoy saliendo. Ni lo que quiero, ni lo que espero.
Y por eso eso está la música.
miércoles, 4 de febrero de 2015
Día 3: la realidad
El día más complicado. Un guiño a la comida china (mi primera comida sólida después de tres días y tres montaditos muy rumiados). Tengo suerte de poder escribir, que me alivia el alma. Me he fijado y la vida, que siempre golpea fuerte pero enguantada, te da la posibilidad de llorar en la ducha, de llorar en la lluvia. Como si ahí las lágrimas fueran menos pecado. Aún no he llorado a gritos, temo lo peor.
Pero volviendo a esta realidad. Levantarme y leer eso. Carpetazo. Después de un sinfín de palabras bonitas, de un recital de recuerdos. Siempre un pero. Siempre. Como si tú fueras quien de los dos pierde más y yo te pierdo, a ti, a la esperanza, y me llevo todo este montón de culpa, todos los "y si lo hubiera hecho bien".
No, tienes razón en que no somos incompatibles. Lo éramos demasiado, de hecho. Recuerdo con una sonrisa, la angustia de entonces cuando tú sólo querías sucumbir a mi cuerpo y yo hacer de ti mi casa. Con el miedo de que algún día me desahuciaras. Y llegó. No somos incompatibles, no. Somos dos gilipollas que dejaron de admirar la obra que tenían enfrente. Que dejaron de valorar lo que habían construido, yo echaba la mierda a tu cara, tú te la guardabas adentro. Y nos pudo el mal de mirarnos como extraños y besarnos con recelo. Recuerdo como, antes del juego de apartar la mirada teníamos uno en el que tú me mirabas a los ojos. En completo silencio, yo me recogía entre gozosa y avergonzada o intimidada, ya no lo sé. La noche antes de despedirme lo intenté, llevarme algo bueno de esos ojos tan comunes y tan únicos tuyos. Y me lo llevé. En la forma en que te apartabas, me rehuías y te defendías supe que ya no ibas a perderte más en los míos. Quise obligarte a quererme sin poder hacerme a la idea de que los abrazos más dulces, los besos más sinceros que en tantos meses había reclamado serían tu regalo de despedida. Yo sólo era una chica mirando con lágrimas en los ojos a un chico, rogando que la quisieran. Sin darme cuenta de que ojalá me hubiera amado a mí antes para poder quererte bien.
Y entonces lo vi. Lo supe. Lo que mi cerebro amordazado por el corazón se negaba a admitir. "Estás sola. Se ha ido. No va a volver. Pero ni ahora, ni nunca. Jamás de esa forma." No quiero ser presuntuosa, aún escribirlo o decirlo en alto me cuesta, no me lo acabo de creer. Pero sé que es cierto. Como quien sabe que tiene que dejar de fumar mientras apaga el cigarro en un movimiento de claqué. Estoy insoportablemente metafórica. Ya se sabe: "donde duele, inspira". Las palabras hacen magia.
El caso es que bueno, es real. O sea, quiero decir, es real. Ocurre, aquí y ahora. Voy a repetirlo más porque quizá ya así pueda empezar a pegar berridos y no estas lágrimas gordas y silenciosas que ruedan y para cuando me doy cuenta que lloro ya me han empapado el papel. Estoy sola. Sola, de soledad. Y lo que más te va a doler, pequeña, es que algún día tú no dolerás ya, y las mismas palabras que usó contigo las usará con otra. Y tus recuerdos pasarán de la caja a la basura y allí paz y después gloria. Y que nunca más volverás a despertarte a su lado y a darle la mano hasta quedarte medio dormida. Ya no será más su pecho tu casa. Y no quieres, querida niña, asumir que estás sola porque sabes que entenderlo es saber que llegará otra. Y no temes ese día, no, porque por otro lado será un buen día; de gracia para él. Te temes a ti. Temes no estar lista para entonces, ahogarte de tristeza. Quedarte sin ir al baile por no estar vestida.
Pero ah, criatura. Valiente y cobarde a la vez. Has tenido tanto miedo del paso del tiempo y ahora mueres porque te cure ese poquito corazón...
Pero volviendo a esta realidad. Levantarme y leer eso. Carpetazo. Después de un sinfín de palabras bonitas, de un recital de recuerdos. Siempre un pero. Siempre. Como si tú fueras quien de los dos pierde más y yo te pierdo, a ti, a la esperanza, y me llevo todo este montón de culpa, todos los "y si lo hubiera hecho bien".
No, tienes razón en que no somos incompatibles. Lo éramos demasiado, de hecho. Recuerdo con una sonrisa, la angustia de entonces cuando tú sólo querías sucumbir a mi cuerpo y yo hacer de ti mi casa. Con el miedo de que algún día me desahuciaras. Y llegó. No somos incompatibles, no. Somos dos gilipollas que dejaron de admirar la obra que tenían enfrente. Que dejaron de valorar lo que habían construido, yo echaba la mierda a tu cara, tú te la guardabas adentro. Y nos pudo el mal de mirarnos como extraños y besarnos con recelo. Recuerdo como, antes del juego de apartar la mirada teníamos uno en el que tú me mirabas a los ojos. En completo silencio, yo me recogía entre gozosa y avergonzada o intimidada, ya no lo sé. La noche antes de despedirme lo intenté, llevarme algo bueno de esos ojos tan comunes y tan únicos tuyos. Y me lo llevé. En la forma en que te apartabas, me rehuías y te defendías supe que ya no ibas a perderte más en los míos. Quise obligarte a quererme sin poder hacerme a la idea de que los abrazos más dulces, los besos más sinceros que en tantos meses había reclamado serían tu regalo de despedida. Yo sólo era una chica mirando con lágrimas en los ojos a un chico, rogando que la quisieran. Sin darme cuenta de que ojalá me hubiera amado a mí antes para poder quererte bien.
Y entonces lo vi. Lo supe. Lo que mi cerebro amordazado por el corazón se negaba a admitir. "Estás sola. Se ha ido. No va a volver. Pero ni ahora, ni nunca. Jamás de esa forma." No quiero ser presuntuosa, aún escribirlo o decirlo en alto me cuesta, no me lo acabo de creer. Pero sé que es cierto. Como quien sabe que tiene que dejar de fumar mientras apaga el cigarro en un movimiento de claqué. Estoy insoportablemente metafórica. Ya se sabe: "donde duele, inspira". Las palabras hacen magia.
El caso es que bueno, es real. O sea, quiero decir, es real. Ocurre, aquí y ahora. Voy a repetirlo más porque quizá ya así pueda empezar a pegar berridos y no estas lágrimas gordas y silenciosas que ruedan y para cuando me doy cuenta que lloro ya me han empapado el papel. Estoy sola. Sola, de soledad. Y lo que más te va a doler, pequeña, es que algún día tú no dolerás ya, y las mismas palabras que usó contigo las usará con otra. Y tus recuerdos pasarán de la caja a la basura y allí paz y después gloria. Y que nunca más volverás a despertarte a su lado y a darle la mano hasta quedarte medio dormida. Ya no será más su pecho tu casa. Y no quieres, querida niña, asumir que estás sola porque sabes que entenderlo es saber que llegará otra. Y no temes ese día, no, porque por otro lado será un buen día; de gracia para él. Te temes a ti. Temes no estar lista para entonces, ahogarte de tristeza. Quedarte sin ir al baile por no estar vestida.
Pero ah, criatura. Valiente y cobarde a la vez. Has tenido tanto miedo del paso del tiempo y ahora mueres porque te cure ese poquito corazón...
lunes, 2 de febrero de 2015
Día 2: no puedo necesitarte, porque no puedo tenerte
También nosotros hemos cruzado los puentes de Madison. Estoy tan confundida. Duele más por lo que no sé, por lo que no entiendo que por las certezas que tengo, que son pocas. Secarte las lágrimas, cuando fuiste tú quien me rompió el corazón es la obra más heroica que jamás he hecho, y que volvería a hacer. Te mecería hasta que estuvieras listo para seguir sin mí y entonces me dejaría tragar por esta pena que hoy me ha dado apenas una tregua para comer, pero que está instalada de nuevo.
Los 'y si hubiera' me martirizan, los 'quizá algún día' me persiguen, y el miedo a que te enamores de nuevo, juro que puedo sentir los chasquidos del cristal que se parte al pensarlo. Cómo se puede extrañar tanto.
Los 'y si hubiera' me martirizan, los 'quizá algún día' me persiguen, y el miedo a que te enamores de nuevo, juro que puedo sentir los chasquidos del cristal que se parte al pensarlo. Cómo se puede extrañar tanto.
domingo, 1 de febrero de 2015
Vuelvo como alguien en shock que vuelve como un autómata a su casa, pero sin casa
Y este día se quedará marcado a fuego en mi piel. Duele, pero, aún duele más la planificación, las mentiras piadosas de última hora, los besos que probablemente fueron falsos y la forma en que he descubierto que es culpa mía. Y aunque dejé esa nota, aunque advertí e intenté prepararme, afloran las lágrimas tan fuerte como si no supiera en absoluto lo que iba a ser. La firme esperanza de encontrarme a mí misma al despedirme.
Y empezar a ser de nuevo es como construir la casa tirada por el viento; pero quiero dormir a cubierto esta noche. Ya no tiene sentido arrepentirse de lo que hice o de todo lo que no hice.
Y amar, amo, es verdad. No sé si eso se pasará pronto. Si seré capaz de sentarme en una mesa y aguantarme los besos. Pero al menos las lágrimas algún día se quedarán adentro.
Sé que algún día leerás esto, y recordarás como yo todo lo que ha pasado. Tenías razón en que esta parte de nuestra historia era improrrogable y ser amigos es lo que nos queda, pero qué quieres que te diga...ahora mismo te echo muchísimo de menos. Mucho. Y por favor, te pido, aunque no te vea, no te escuche o te tenga aquí no me hagas daño. Porque ya duele demasiado.
Te quiero.
Y empezar a ser de nuevo es como construir la casa tirada por el viento; pero quiero dormir a cubierto esta noche. Ya no tiene sentido arrepentirse de lo que hice o de todo lo que no hice.
Y amar, amo, es verdad. No sé si eso se pasará pronto. Si seré capaz de sentarme en una mesa y aguantarme los besos. Pero al menos las lágrimas algún día se quedarán adentro.
Sé que algún día leerás esto, y recordarás como yo todo lo que ha pasado. Tenías razón en que esta parte de nuestra historia era improrrogable y ser amigos es lo que nos queda, pero qué quieres que te diga...ahora mismo te echo muchísimo de menos. Mucho. Y por favor, te pido, aunque no te vea, no te escuche o te tenga aquí no me hagas daño. Porque ya duele demasiado.
Te quiero.
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